miércoles, 23 de enero de 2013

Un estudio realizado por científicos, psicólogos y académicos de la lengua de la Universidad de Liverpool,  apunta que la poesía no sólo son palabras bonitas o un juego de feria con mucha pirotecnia que cuenta con el aval de la elite intelectual sino que los versos incrementan la actividad en el hemisferio derecho del cerebro, el área que se encarga de la memoria autobiográfica, lo que permite reflexionar sobre experiencias propias y enriquecerlas a la luz de lo leído, tal y como explica Philip Davis, profesor de filología inglesa y miembro del equipo de investigación:
"La poesía no es solo una cuestión de estilo. Se trata también de profundas interpretaciones de la experiencia que añaden lo emocional y lo biográfico a lo cognitivo".
Eso no nos dice nada sobre la belleza de la poesía, naturalmente, pero al menos sitúa la poesía rimada (y ya no digamos las rimas complejas) al nivel de los autodefinidos o el sudoku.

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